A raíz de los sismos recientes de septiembre de 2017, es patente que nuestro pueblo, nuestros jóvenes, muestran una solidaridad y empuje loables.
Sin embargo, las ganas no lo hacen todo. La organización de una masa ansiosa es complicada. ¿Cómo prepararnos? ¿cómo actuar? ¿cómo colaborar?
Ya que en los años recientes se ha propuesto e impuesto una reforma educativa que no aporta nada útil, propongo lo siguiente:
1. Diseñar y planear un diplomado/tecnicatura de protección civil/rescate, que sea ofrecido a toda la población. Dicho programa debe contemplar:
- Siniestros, catástrofes
- Evaluación de riesgos
- Planes de contingencia y medidas preventivas
- Evacuaciones
- Primeros auxilio (físicos y psicológicos)
- Técnicas de salvamento.
- Logística de acopio y distribución de materiales
- Organización de equipos de trabajo y distribución de tareas
- Colaboración con autoridades
- Comunicaciones
2. El programa puede ser complementado por instituciones como las fuerzas armadas, los Scouts, asociaciones de protección civil e instituciones gubernamentales.
3. El programa debe contemplar actividades en conjunto y la organización de brigadas vecinales, así como el enlace con asociaciones existentes de rescate y autoridades.
4. Preparar a nuestros jóvenes desde la educación secundaria y media superior, aunque cualquiera que esté interesado, puede acceder al programa.
Pongo a consideración esta idea, para que sea evaluada, potenciada, pero sobre todo, puesta en práctica.
Debemos evitar que esta voluntad de ayudar quede frustrada por el argumento "deje actuar a los que saben".