Un ejemplo inspirador es el de Abul Hussam, profesor de química en la Universidad George Mason, en el estado de Virginia, que diseño y construyó un económico sistema de filtración de agua en países pobres como Bangladesh, de donde es originario, y donde entre 77.000.000 y 95.000.000 de personas beben agua contaminada con arsénico.
El filtro SONO funciona sin electricidad. Está compuesto de dos cubos, uno dentro de otro. El cubo superior se llena con arena común de río y una composición matriz de hierro que sirve como activante para eliminar el arsénico. El cubo inferior contiene carbón vegetal para remover las impurezas orgánicas. Ambos cubos contienen arena fina de río y astillas de ladrillo para eliminar partículas finas y estabilizar el flujo del agua. El filtro SONO se fabrica en Bangladesh con materiales básicos locales y cuesta entre 35 y 40 dólares. Produce 20 litros de agua limpia por hora, exige poco mantenimiento y dura al menos cinco años. Es también “ecológico” en el sentido de que no produce ningún desperdicio peligroso.
Otro ejemplo impresionante es el Lifestraw, que consiste en un tubo de plástico con siete filtros: mallas graduadas con agujeros cuya anchura es de 6 micrones (un cabello humano mide de 50 a 100 micrones de ancho) seguido por otro a base de resina impregnada con yodo y otro a base de carbono activo. El artilugio puede llevarse colgado del cuello y dura un año.
Lifestraw no es perfecto, pero filtra al menos el 99,99% de los múltiples parásitos y bacterias que viven en el agua, los demonios causantes de la mayor parte de los casos fatales de diarrea.
Es menos efectivo contra los virus, que son mucho más pequeños y causan enfermedades como la polio y la hepatitis. Tampoco filtra metales como el arsénico, y a través suya el agua tiene un ligero sabor a yodo (lo cual no es necesariamente una cosa mala teniendo en cuenta la gran deficiencia de yodo que existe en algunas partes del mundo).
Se puede fabricar por un costo de aproximadamente 3 dólares estadounidenses (menos de 2,50 Euros) pero necesita más pruebas de campo.
Para finalizar, un pequeño experimento de cómo hacer un filtro con materiales caseros. La idea es usar 2 botellas y en una de ellas poner un filtro a base de arena, carbón y un filtro para café (o una servilleta de tela). Ojo, el agua obtenida está filtrada pero no es potable. se recomienda agregar 1 gota de cloro por litro.
Este filtro al parecer tiene distintas variaciones. Es posible hacer varias capas que mejoran el resultado del filtrado.
Por ejemplo, puede agregarse primero una capa de grava, arriba arena gruesa, luego arena fina y hasta arriba, carbón vegetal molido (o si se consigue, carbón ineral o activado). En el pico de la botella puede incluso agregarse algodón (para luego colocar la tapa perforada) u otra tela o membrana (sujeta al pico con alguna liga).
Se calcula que un filtro de este tipo dure alrededor de 3 o 4 meses; despues debe cambiarse el relleno.
Para uso en comunidades rurales estos mismos principios se han aplicado a lo que se conoce como filtros biológicos de arena. La diferencia estriba en su capacidad y algunas mejoras en la salida de agua limpia.
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